LOS APEGOS

11.10.2019

Hablar del apego traslada el pensamiento de manera directa a la familia. El entorno familiar es el primer lugar de socialización del individuo: en ella se establecen relaciones de vinculación afectiva con los diferentes miembros que influyen de manera relevante en el comportamiento posterior del niño.

Las características personales, el modo de actuar y el de relacionarse están estrechamente relacionados con el tipo de apego que se ha producido en la infancia entre los padres o cuidadores y el infante. También lo están el modo de gestionar y expresar emociones y las futuras relaciones con los demás. El apego realmente no es a la persona, cosas o situaciones, es al sentimiento agradable que su existencia nos genera.

Lo contrario al apego es la aversión o evitación, y eso sucede cuando identificamos una persona, objeto o situación que nos genera un sentimiento desagradable, y entonces creemos que por nada del mundo podemos soportar eso,y lorechazamos.El rechazo y la aversión es otra forma de apego, pues creemos que dependemos de su inexistencia para que nosotros nos sintamos seguros y felices.

¿Qué es el apego? El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el hijo o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado del recién nacido y su supervivencia. El apego cumple un rol clave en el desarrollo psicológico del niño y en la formación de su personalidad.

El establecimiento del apego desde la infancia más temprana permite que se den dos fenómenos que harán del niño un ser más o menos dependiente y temeroso.Nos referimos al sistema exploratorio y al sistema afiliativo.

El sistema exploratorio permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de sus sentidos: tocan, mirar, descubrir el mundo etc... Además no tener miedo de pasar tiempo con otras personas; esto es debido al sistema afiliativo.

La teoría de John Bowlby

La teoría de Bowlby ha sido la más estudiada y la que mayor influencia ha tenido en el tema.Este psiquiatra de origen inglés dedicó gran parte de su vida a estudiar los efectos de la relación entre el cuidador principal y el niño, en la salud mental de éste (tanto a corto como a largo plazo). Es decir, propuso que dicha relación tenía efectos inmediatos así como en la vida del adulto.

Después de realizar estudios con niños institucionalizados por robo, y también con niños que habían sido separados de sus madres a edades tempranas, el psiquiatra concluyó que la capacidad de resiliencia de los menores estaba influenciada por el vínculo formado en los primeros años de vida.En este sentido, el tipo de relación que se establece entre el bebé de pocos meses y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior.

Y, pese a quedar establecido durante la primera infancia, el apego en adultos continúa, ya sea hacia su madre o trasladado hacia otras personas significativas. Así mismo, el estilo de apego establecido durante la infanciapuede ser visible en los miedos o inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.

Los 4 tipos de apego

Por el impacto que el apego tiene en la formación de los esquemas emocionales durante todo el desarrollo, suele conocerse como "apego emocional". No obstante, abarca muchas otras áreas (aparte de las emociones) relacionadas con la forma de vincularse y de enfrentar conflictos.

Específicamente los que siguen la teoría de Bowlby sostienen que, según el tipo de apego, el impacto emocional y en el comportamiento del adulto será distinto. A continuación veremos en qué consiste cada uno de los tipos de apego propuestos por Bowlby, así como algunos ejemplos de su manifestación en niños y adultos.

1. Apego seguro

Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. El comportamiento de los niños con apego seguro es activo, e interactúan de manera confiada con el entorno. Hay buena sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego, lo cual se expresa en las etapas de desarrollo posteriores.

Por ejemplo, las personas que han tenido un apego seguro en la infancia suelen interactuar con sus iguales de forma saludable en la edad adulta.

No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. La dependencia es recíproca y no les preocupa estar solos. Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.

De acuerdo con Bowlby, este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador.Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién nacido, no sólo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé.

2. Apego ansioso

El niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, ya que perciben que no están disponibles cuando les necesite.

Las emociones que se presentan de manera más frecuente en este caso son el miedo y la angustia exacerbada ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Durante la interacción con éste hay ambivalencia: enojo y preocupación, aunque la ausencia del cuidador genera ansiedad.

Es por ello que los pequeños con este estilo de apego necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de apego.

En los adultos, el apego ansioso provoca, por ejemplo, una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Aparece la dependencia emocional, en la cual no se puede ser feliz sin la atención y valoración de la pareja o demás personas significativas. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan.

3. Apego evitativo

Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como "evitativo" porque los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan de cuidador, se interesan sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano.

Esto ocurre porque el apego con el cuidador no ha generado suficiente seguridad, con lo cual, el pequeño desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional. 

Aunque la despreocupación por la separación pudiera confundirse con seguridad, en distintos estudios se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro.

Estos pequeños aprenden a vivir sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad. Con frecuencia son valorados por los otros como hostiles.

En el apego evitativo en la edad adulta, tal y como ocurre en la infancia, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.

4. Apego desorganizado

Este tipo es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. En ocasiones se conoce como "apego irresuelto" y hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.

Se trata del extremo contrario al apego seguro. Ocurre, por ejemplo, en casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta.

En estos casos los niños tienen tendencia a las conductas explosivas. Un ejemplo es la destrucción de juguetes, las reacciones impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras personas.

Buscan evitar la intimidad pero no han encontrado una forma de gestionar las emociones que esto les provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de las emociones positivas.

Los adultos que han tenido este tipo de apego de pequeños suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo.En otros casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.

El apego "insano" enferma, castra, incapacita, elimina criterios, degrada y somete, deprime, genera estrés, asusta, cansa, desgasta y, finalmente, acaba con la capacidad humana de llegar a poder SER. Los comportamientos característicos serían:

  • Esforzarse por mantener la proximidad con la persona a la que estás apegada
  • Resistirse a la separación sintiendo ansiedad, desolación y abandono ante la pérdida
  • Mantener un contacto sensorial privilegiado con la figura de apego.
  • Usar la figura de apego como base de seguridad desde la cual poder explorar el mundo físico y social.
  • Refugiarse en la figura de apego en momentos de tristeza, temor o malestar, buscando en ella apoyo y bienestar emocional.


LIBERANDO APEGOS:

Para liberarnos hemos de comprender también que el apego se produce porque no comprendemos el lado interno de la vida, de estar en contacto con la esencia de las cosas, de ahí que nos habituemos a la forma externa y nos apeguemos a ella. Pensamos que lo que importa es lo externo, lo que el cuerpo me muestra y nos olvidamos que en su verdadera esencia somos almas y que como almas estamos presentes en todas partes por eso recordar que sólo nosotros podemos hacernos felices, y todos los momentos presentes lo son, porque tú estás en ellos. 

Equivocadamente entendemos el desapego como dureza de corazón, indiferencia o insensibilidad, pero no es así. El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse basado en la independencia, la no posesividad y la no adicción.

La persona que no está "apegada", o tiene un apego sano, es capaz de controlar sus temores al abandono y no considera que deba destruir su propia identidad en nombre del amor, como tampoco promocionar el egoísmo y la deshonestidad.

Desapegarse no consiste en buscar un sustituto afectivo, es declararse afectivamente libre. Consiste en promover afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura. Consiste en amar de manera sana, amándonos a nosotros mismos también. Es aprender a ser amados y a vincularnos con los demás desde nuestra propia aceptación.

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